La aporofobia, una discriminación invisible
La Organización Internacional de Naciones Unidas estimaba, antes de la pandemia de la
COVID-19, que más de 1.300 millones de personas en el mundo se encontraban en situación
de pobreza, situación que en el contexto internacional que vivimos se ha agravado
notablemente.
Si analizamos el dato anteriormente expuesto con mayor profundidad, podemos llegar a dos
conclusiones importantes; la interseccionalidad de las causas de la aporofobia con otras
causas de discriminación y como las mismas, alejan a la humanidad del cumplimiento de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible. Un ejemplo de ello, que evidencia lo anterior, es que existe
una clara feminización de la pobreza, ya que más del 70% de la población mundial que vive en
condiciones más severa de pobreza son mujeres, viéndose su situación agravada con la de sus
hijas e hijos menores.
Es más que evidente que la pobreza es una causa de discriminación y lo que es más grave aún,
una circunstancia a tener en cuenta a la hora de analizar los delitos de odio que se producen en las
diferentes sociedades. Así el informe de Delitos de Odio elaborado por el Ministerio de Interior
recoge en su clasificación de delitos los relacionados con la aporofobia, que sin duda, es una de
las tipologías contenidas en este informe que tiene una mayor complejidad a la hora de
identificarla. Además, aunque el Ministerio de Interior cuantifica los delitos que han sido
denunciados, es conveniente aludir, que las condiciones de pobreza dificultan de manera clara
el acceso a los canales que permiten la denuncia y en definitiva, la defensa de sus derechos.
Atendiendo a esa realidad, es conveniente aludir nuevamente al a relación que tiene la
pobreza con otras causas de discriminación, como puede ser la condición de inmigrante,
personas LGTBI, especialmente las mujeres transexuales, personas enfermas etc…, que
también ocultan en ocasiones esta realidad y su reflejo en las estadísticas. En este sentido, no
es menos importante referenciar que la cosificación y el estigma que se produce sobre las
personas que viven en estas circunstancias, que en muchos casos, acarrean dependencias,
enfermedades mentales o adiciones, facilitan falsas creencias que las relacionan como
las causas de una realidad preexistente, la pobreza.
Por este motivo, es más que necesario que por parte de la opinión pública se conozca esta realidad, y en consecuencia, se adopten iniciativas que promuevan la toma de conciencia de que la invisibilización de la pobreza y la discriminación que sufren las personas por esta causa pueden ser una de los motivos que haga fracasar parte de las políticas públicas que intentar erradicar la discriminación y conseguir la igualdad de trato. En este contexto, en mi opinión, sería conveniente abordar el debate de la necesidad de adoptar acciones que permitan el acceso a condiciones materiales básicas de manera universal como la antesala que permita mejorar la eficacia de las políticas públicas que persiguen la igualdad real.
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